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River-Boca: Crónicas de un Odio Necesario. Las Historias Secretas del Superclásico que Define una Nación

El Superclásico no es solo un partido; es la fibra que tensa y define el alma futbolera de Argentina. Desde goleadas épicas hasta hazañas con radios arrojadas y gorras robadas. Luciano Wernicke, periodista que supo trabajar en la Agencia DyN, y excelso escritor sobre el fútbol y su historia; descorre el velo de un duelo donde el amor y el odio son las dos caras de una misma moneda. Una inmersión profunda en la épica de un enfrentamiento que es, sencillamente, patrimonio mundial.


Boca-River, River-Boca. Se aman, se odian, se necesitan. El latido de Argentina se acelera cada vez que estos gigantes se miran a los ojos. No hay Superclásico sin uno de ellos. No hay fiesta, ni relato épico, si no están cara a cara. La historia está tejida con ironías que solo el fútbol puede entender: los fanáticos xeneizes celebraron la máxima desgracia de sus primos pero, puertas adentro, a la hora del balance, debieron conceder que el título boquense de esa temporada no fue del todo legítimo: sin cruzarse con River en esa senda ganadora, el triunfo tuvo otro sabor. Es la condena y la gloria de ser rivales eternos.

La Racha Inmortal de los ’90

En la mitología de este duelo, surge la pregunta: ¿A quién corresponde la racha positiva más amplia en la historia del duelo futbolero más trascendental de la Argentina? La respuesta la tiene Boca, que se mantuvo más de dos años sin caer ante la banda. La escuadra xeneize logró una imponente seguidilla de 13 partidos sin derrotas en la década del ‘90. Un período que se extendió desde el 26 de enero de 1991 hasta el 13 de febrero de 1993, noche en la que River cortó su malaria al imponerse por 2 a 1. Durante esa hegemonía azul y oro, Boca cosechó nueve victorias y cuatro empates, cincelando una superioridad que resonó en el potrero de la memoria popular.

El Día que una Radio Amarilla Entró al Campo

El Superclásico de la Bombonera, el 11 de octubre de 1992, no fue solo un partido, fue un thriller con artefacto explosivo. Boca Juniors lideraba la tabla tras once años sin gritos de campeonato. El partido iba 1-0 para el local gracias al Manteca Martínez, cuando el árbitro Juan Carlos Loustau sancionó un penal a favor de River por un reconocido piletazo de Ariel Ortega.

Un simpatizante, en la cúspide de la furia, arrojó su pequeña radio color amarillo al arquero visitante, Ángel Comizzo. Lo que sucedió a continuación es puro surrealismo: Comizzo tomó el aparato, se colocó los auriculares y, de espaldas a la cancha, siguió por radio el disparo de Hernán Díaz. Mas el potente tiro cruzado fue rechazado por las manos monumentales de Carlos Navarro Montoya. El delirio fue total. Comizzo, en llamas, revoleó el fatídico aparato hacia la alambrada. Boca ganó 1-0 y esa victoria fue clave para que, semanas después, el club de la ribera conquistara el campeonato. Una radio, un penal atajado, y la épica de un título.

Boca, Local en el Monumental: La Paradoja de 1984

El fútbol, a veces, invierte los roles con una ironía deliciosa. Por avatares del destino —estadios en construcción o suspendidos—, Boca actuó como local en la cancha de River. Incluso, llegó a “recibir” al conjunto millonario en su propio Monumental, el 26 de junio de 1984, por el campeonato Metropolitano. El Superclásico terminó empatado 1-1, con goles de Ariel Krasouski para el Xeneize e Ivar Stafuza, en contra, para el empate final. Un resultado que permitió decir: “la casa está en orden”… aunque no fuera la propia.

El Primer Clásico Profesional y la Batalla de 30 Minutos

El duelo inaugural de la era profesional, el 20 de septiembre de 1931, se extendió por apenas 30 minutos en la cancha de Boca. River abrió el marcador, pero Boca emparejó y consiguió un penal. La Banda protestó, el penal se pateó, y tras dos atajadas y un rebote, Francisco Varallo marcó el empate, con una dudosa falta previa. El árbitro señaló el centro y desató la hecatombe. Tres jugadores millonarios agredieron al referí y se fueron expulsados; los ocho restantes, creyéndose víctimas de una estafa, también abandonaron el campo. La pasión fue tan densa que el partido no aguantó más que media hora. Días más tarde, el Tribunal de Penas le dio el triunfo a Boca, que sería el campeón inaugural del profesionalismo. Una digna, y salvaje, piedra basal de una historia apasionante.

Amadeo Carrizo: El Arquero Filósofo, la Gorra y el Off-Side

El choque del 23 de junio de 1968 en el Monumental es recordado por la genialidad de Amadeo Carrizo. Antes de empezar, Ángel Clemente Rojas se acercó sigiloso y le robó la gorra escocesa que el arquero consideraba su amuleto invicto. Tras una persecución cómica, el accesorio volvió a su dueño.

Pero la perla inolvidable vino en el juego: un pase dejó a un joven Norberto Madurga “mano a mano” con Carrizo. El guardametas salió tranquilo de su arco, e hizo un gesto mientras le gritaba: “Pibe, estás en off-side”. Madurga se distrajo y sacó un tiro débil. El arquero, más sabio que la jugada, mantuvo su arco invicto. Tal vez por la gorra, pero definitivamente por su sapiencia, Carrizo reescribió las reglas del arco.

Goleadas que Inspiraron un Tango

Muchos aseguran que no hay nada mejor que gozar al clásico rival con una goleada humillante. Aunque los Superclásicos suelen ser cerrados, hay que viajar a 1982 para encontrar la última gran paliza: un 1-5 de Boca a un River juvenil (los profesionales estaban en huelga).

En la Era Profesional, hubo otros dos 5-1, uno por bando:

  • River 5-1 (1941): La orquesta millonaria, con La Máquina en su esplendor, se impuso en su casa. Se dice que inspirado en esa goleada, Aníbal Troilo, un gallina de ley, compuso el tango “Pa’ que bailen los muchachos”. La música de Troilo, como la crónica del partido, sigue siendo inmortal.
  • Boca 5-1 (1959): En la Bombonera, Boca repitió el score con José Yudica y otros, demostrando que la mística xeneize también sabe de cataratas de goles.

El Clásico que es Universal, Hasta en el Color

El azul y el rojo. Estos dos colores, que dividen el Superclásico, son casualmente las tonalidades que más se repiten en los principales derbies del mundo: Manchester United-City, Milan-Inter, Roma-Lazio. Boca-River, un clásico que es mundial… ¡hasta en el color! El choque de estos matices no solo está en el Río de la Plata, sino en la esencia misma de la rivalidad deportiva global.

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