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Al final era cierto: la casta tiene miedo

“¡La casta tiene miedo!”. Ese grito de guerra que Javier Milei repetía en cada acto de campaña se convirtió en bandera para quienes creían estar frente a un cambio de época. Pero a nueve meses de gobierno, la consigna se volvió un boomerang: hoy los que tiemblan son ellos mismos, los que prometían arrasar con privilegios y terminaron abrazados a la misma lógica de siempre.

La polémica estalló con la filtración de audios atribuidos a Karina Milei, hermana del Presidente y figura clave del armado libertario. El material difundido por el programa Data Clave —que ya había revelado grabaciones sobre presuntas coimas en el área de Discapacidad— muestra a la autodenominada Jefa preocupada por mantener la unidad y describiendo su rutina dentro de la Casa Rosada. Mensajes simples, casi anodinos, pero que abrieron una caja de Pandora: si esto es lo que se filtró, ¿qué hay en las partes que todavía no salieron a la luz?

La reacción oficial fue inmediata. El vocero Manuel Adorni no solo admitió la veracidad de los audios como posibilidad concreta, sino que habló de un “escándalo sin precedentes” y denunció una “operación” para desestabilizar al Gobierno antes de las elecciones bonaerenses. La propia Karina Milei acudió a la Justicia para obtener una cautelar inédita: prohibir que cualquier medio difunda chats, fotos, audios o videos vinculados a ella, presentes o futuros, en cualquier plataforma. En otras palabras, pedir censura previa.

La Constitución argentina es clara: no hay margen para frenar de antemano la publicación de información de interés público. La Corte Suprema lo reafirmó en múltiples fallos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos lo sostiene en su artículo 13. El antecedente de Menem en los ‘90, cuando la jueza Servini logró que Tato Bores no la nombrara en un sketch, o el intento de Nixon de bloquear los Papeles del Pentágono, son ejemplos de hasta dónde puede llegar el poder cuando se siente acorralado.

La pregunta inevitable es: ¿qué hay detrás de esta movida? ¿Por qué tanto miedo a un par de audios? ¿Quién es el topo en la Rosada capaz de grabar a la mismísima hermana del Presidente? ¿Se trata de un espionaje interno donde todos vigilan a todos? ¿Hay algo más pesado en esas cintas: coimas, extorsiones, secretos de familia, información sensible sobre el propio Milei?

Lo que sí queda claro es que la promesa de “barrer con la casta” terminó en un espejo incómodo. Los Menem, los Franco, los viejos apellidos del poder, siguen al lado de Milei. Y ahora los libertarios, que alguna vez se jactaron de ser distintos, piden censura previa y se encierran en el miedo.

La casta, finalmente, no era “la política de siempre”. La casta son ellos. Y como en aquella canción de campaña, la frase vuelve a escucharse, pero invertida: la casta tiene miedo.

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