Talento

En personas de virtudes moderadas la modestia
es simple honestidad, pero en los que
poseen gran talento es hipocresía.
Arthur Schopenhauer
Sostenemos en la redacción de #JotaPosta una afirmación: todo talento viene acompañado de una dosis de “agrande”.
El tema es así, toda persona que tiene un talento y lo expone, lo hace para sentir la admiración que produce. A todos nos gusta esa sensación de superioridad de sentirnos diferente, un Dios, el “Rey del Mundo”.
Y si pensamos en situaciones hay infinitas:
El que sabe barajar las cartas como un mago, y las hace “volar” de una mano a la otra, el que tiene cierto dominio del balón y lo hace en el parque cuando sabe que hay jovencitas mirándolo, el único que hace reír al bebe de la familia al tenerlo en brazos, (le encanta que todos digan: “El Roberto tiene un feedback con los nenes, es increible, no hay bebe al que no haga reír”,) el que hace willy con la moto un domingo en la tarde frente a la plaza del pueblo, etcétera, etcétera.
El eje de la cuestión no es el talento en si, pero si el pensamiento inmediatamente posterior que genera esta idea: el paralelismo en las sensaciones.
Imaginemos lo que siente o sintieron personas como Maradona al jugar al fútbol, Botero al terminar un cuadro, Neruda al finalizar un poema o Houdini en cada escape.
Supongo que los escépticos, moralista y los levantadores de lotería clandestina, refutaran estos dichos, aduciendo a frases moralista tales como “los verdaderos talentosos no utilizan sus dones para aparentar frente a los demás” o “lo que hace genio al genio no es su genialidad sino su humildad”. Lo lamento señores, y perdóneme señora por esto (tápeles los oídos al rubencito si así lo desea) pero todos los talentos (en mayor o menor medida, pero siempre) viene con una dosis de soberbia.




